«Es en la retrospectiva, de una artista como Rocío Sánchez, que uno se cuestiona ¿Cómo he podido pasar de largo tanto tiempo del infinito que poseo por dentro?
Su obra, sin duda, es una evocación maravillosa de ese aliento de cosmos que a todos nos habita sin remedio, ese, que nos susurra, la única verdad irrefutable, la de la vida latiendo constante en cada célula que nos conforma, su origen y su destino.
Es un viaje por la consciencia de quien se ha sido, se es, y se continuará siendo más allá de la materia.
Fragmento de la presentación de Anna García Gollaz
En la obra de Rocío Sánchez, el cuerpo es forma inicial para un sinnúmero de movimientos. La figura humana surge de la música y la danza parece que llega. Cuerdas, alientos, percusiones, conducen el flujo de la sangre y desgarran el mundo interior para que asome, palpitante, el músico, doblándose sobre su instrumento.
Del sonido vienen, buscan luz. En la vuelta imaginaria llegan a las manos – pasto azul, violetas para el sueño – ahí reposan, amarillan o verdecen
¿Cuánto tiempo duermen?
¿Quién perseguidor, quién perseguido?
Asoma, mueve, atrapa y se conforma.
¿Qué música escuchará Rocío?
¿Hablará de otras cosas?
Fragmento de la presentación de Guillermina Cuevas
Exposición Concierto en Mi mayor con un sinnúmero de movimientos. Coima, 1987